EN CASA DE ISABEL

No suele ser habitual abrir la boca para ensalzar a alguien. En una aldea de Judea, hace muchos siglos, una mujer lo hizo como nadie a lo largo de la historia: como huésped y peregrina en una casa que no era la suya, María pronunció la alabanza a Dios más conocida de la historia, el Magnificat.

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