
Finaliza un año con la noticia de la muerte del papa Benedicto XVI. Normalmente, el Año nuevo sirve precisamente para esto, para felicitar el tiempo que llega y mirar al futuro; pero creo que es también importante mirar al pasado, al año que se nos va. No se trata de recordar con nostalgia tiempos que ya no volverán, sino de recoger en la memoria del corazón todo lo que nos ha aportado este tiempo regalado que, en la memoria de Dios, quedará vivo para siempre.
El Año nuevo cristiano llega siempre bajo la figura de María de Nazaret, Madre de Dios. Una de las características que subraya el evangelista san Lucas de María es su capacidad para guardar los acontecimientos en su corazón y meditarlos. Con ella, queremos aprender a guardar el año que termina para que enriquezca nuestra memoria y nos aporte sabiduría.
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